lunes, 8 de noviembre de 2010

HEROES DE GRITVIKEN, PARIAS DE RIO GRANDE (4ª PARTE)

            ./  Una sorpresa, muy grata, fue cuando los compañeros me mostraron la portada de una revista, “SOMOS”, en ella me hallaba en primera plana, con mi arma, de pie, sobre una loma y una aeronave cruzando el cielo, fue muy grata la sorpresa. Aunque nunca supe cuando, ni como había podido ser sacada.  En verdad, en una guerra, cuando la prensa, es autorresponsable y autodirigida, puede proporcionar muchas satisfacciones a los combatientes.  Ya revitalizando a una retaguardia cobarde, mezquina o dudosa, o ya exaltando las virtudes de la misma cuando las exterioriza.  Que no olvide la fuerza del enemigo, y que resalte el valor y las firmes decisiones de nuestras vanguardias.  Así, el periodismo tiene que correr riesgos en las primeras líneas, y si no es así, sobran escritores y corresponsales de guerra.
            En la ciudad donde resido, en el año 1808, existía un llamado “PRIMER DIARIO”, en las llamadas guerras por la independencia anti-Napoleónicas, máximo poder guerrero de Europa, con unas sencillas octavillas anunciaron a su comunidad, “HOY NO SE PUBLICA EL DIARIO DE ZARAGOZA, PORQUE SUS REDACTORES E IMPRESORES SE ENCUENTRAN EN LAS BARRICADAS DEFENDIENDO LA CIUDAD”.  Yo creo que con esas sencillas octavillas, a la ciudad le sobraban diarios y noticias.
            Recibía con frecuencia inusitada, infinidad de noticias desde España, fueron tantas las postales adjuntas a “cintitas bendecidas de la Virgen del Pilar de Zaragoza”, que afirmo mi familia invadió con ellas mi compañía y las Malvinas.  Mis amigos de España no me olvidaban. Mi pobre abuelita no entendía nada, se pasaba el día viendo y estudiando su mapa-mundi: me veía tan lejos y sabía tanto de guerras, que la pobrecita vivía más en la Basílica del Pilar que en la propia casa, y aún en ella con el Santo Rosario en la mano.   Recibía cartas muy emocionantes y vigorosas de amigos en el ejército Español.  A mi venida a la Argentina, para cumplir con mi servicio militar, la noche anterior, cené y la pasé en el casino de oficiales de un cuartel en Madrid, del ejercito español, donde mi amigo es oficial, y me presentó a sus superiores, hasta me hicieron unos obsequios, una navaja comando del ejercito español, y hasta un cubre comando, un lado para entrar en acción y otro como civil.  Ellos nunca dejaron de escribirme y deseaban con toda su alma estar a mi lado.  Alguna vez me parecía tenerlos en mi pozo. Pensar que se despidieron creyendo una aventura graciosa y sin mayor peligro y ahora me tenían en el fin del mundo, y en el corazón de la guerra...  Mi familia sí que puede decir que no solo vivió mirando al sur… Ellos “vivieron con el sur”, fueron una parte integra familiar en la guerra.


Llegó el correo. Rio Grande, BIM 4

Si había un momento agradable, un momento de felicidad, un momento de necesaria intimidad, un momento para compartir, ese era cuando recibíamos el correo. Nos apretábamos alrededor del cartero de turno, e íbamos guardando nuestras cartas, y la de los compañeros que estaban de guardia, para poder entregárselas al acabar su turno. En un primer momento, buscábamos un sitio solitario para disfrutar de esas líneas que nos mandaban nuestras familias, nuestros amigos, nuestras novias. Cualquier sitio en que estuviéramos apartados valía. Ya fuera en medio del campo, apoyados en las ruedas de un camión, metidos en las tiendas, o dentro de nuestro pozo. En fin, en un primer momento lo importante era estar solos. Aunque después pudiéramos compartir esas cartas con nuestros amigos,  si lo creíamos conveniente.  Muchas cartas llegaban censuradas, y aunque nos recagábamos en el censor que había abierto nuestro correo, la verdad es que lo importante era recibir algo.  Por eso todos esos argentinos desconocidos, que un día decidieron escribir una carta dirigida “ A un soldado argentino”, jamás podrán saber el bien que hicieron. Sobre todo a ese soldado que no tenía la suerte de recibir correspondencia a menudo, o  incluso nunca.
            Algunos tuvimos la inmensa suerte de recibir  cartas de “madrinas de guerra”, no desconocidas, sino amigas que habíamos hecho en el pueblo de Trelew, que es donde estaba asentada nuestras base en época de paz. Sus palabras de ánimo, de apoyo y compañía, ya que ellas conocían nuestras andanzas del último año antes de la guerra, siempre consiguieron aumentar nuestra fe en lo que estábamos haciendo. Por eso acá tengo que decir: “ Gracias Sonia”.
           Quizás no sea fácil entender como se puede compartir una carta, algo tan íntimo. Y aunque los sentimientos no se pueden transmitir con palabras, solo puedo decir que los lazos de camaradería, de compañerismo, y de amistad, que habíamos formado, había conseguido, que ya no fuéramos entes individuales, sino que todos formábamos un ente único, “La compañía Juliet, del BIM 4”.
            Mi hermano, argentino clase 65, desde el comienzo de la guerra austral hasta mi vuelta a España, había dejado en pleno corazón del Pirineo Aragonés, no lejos de la frontera con Francia, una bandera Argentina, así ella ondeo triunfante durante toda la contienda Argentina- Inglesa, clavada en el mismo cuello de Europa (allí teníamos un campamento juvenil de montaña). En él quedó nuestra bandera, y aun hoy…. Todos los años en los meses de verano, nuestra bandera sigue ondeando, ya no la misma de mi hermano, sino la que este ex-infante de marina trajo desde la Argentina.  Así planea triunfante junto a la española y a nuestro banderín del campamento montañero. ¡Carajo!, que si mi Comandante en Jefe al terminar la batalla de Malvinas, dijo, “yo no me rindo”, yo, su más humilde ex-infante de Marina, sigo con él.

            . / Ya sé que en mi patria, las cosas dieron un vuelco casi suicida. Yo, desde fuera de ella, prefiero en no hablar sobre ello.  Amo la Democracia y lucharía porque ella fuera siempre realidades bases de moral y dignidad al destino del hombre. Así pues, me gusta vivir en ella, defendiendo ese destino en sus derechos que son su base.   Digo, pues, que creo en el hombre como base principal, con todo lo por Dios creado: e instituciones, democracias, reinados, etc.… solo valdrán lo que en su tiempo valgan sus sociedades comunales.
            Opino que una República Democrática, puede ser la salvación de un pueblo, como así también puede ser una anarquía y el fin de una nación. Opino que una comunidad guiada, dirigida y encaminada en exaltación ciega y pasionalmente, aun frente a la ya vencida injusticia, a sus ya pasados errores, y si aun si la comunidad se fanatiza y cierra sus cerebros al llamado de sus propias almas, esa República Democrática, en su sociedad invalora lleva al fin de la nación, en la unión e integridad moral y geográfica. No existe jamás paz, en una comunidad sobre bases de rencor. Solo con ejemplos de dignidad, dictando ejemplares leyes de respeto y bienestar en progreso. – No es olvidar los errores del pasado, sobre ellos aprendemos.  Y no olvidemos asimismo el ciego fanatismo en que se dividen estas apreciaciones al sentimiento “error”.   Opino que la democracia, en su firmeza, en su seguridad de presente moral y sano, en la seguridad de su presente republicano federalista, con la fe en su hoy, tiene que dictar una ley de sobreseimiento a cuanta persona actuó en el error. Y actuó convencido en la verdad de su accionar aun ello en clarísima equivocación. Opino que ello debe ser así, pues la comunidad toda nos hallamos en idéntica situación en nuestro silencio ventajoso, cobarde o fácil. La comunidad toda conocía el valor individual “de nuestros muertos civiles y militares” ¿¿¿ y nuestro valor social y comunal??? ¡¡¡Ayer callamos!!!  ¡¡¡ Y hoy revancha!!! no. La justicia es para toda la comunidad.  ¡¡¡ Rehabilitémonos!!!
            Opino que existe sabiduría en la justicia militar y en la civil, y creo no han de dejarse llevar por la pasión o nulidad cerebral. Confió en que ninguno de mis comandantes militares serán rebajados moralmente en sus dignidades de cargos militares.  Un revanchismo cobarde y traidor.  Y todos los que estábamos preparados  a dar nuestras vidas, aun siguiendo esos errores, y con el pensamiento en aquellos que las dieron, “gritaremos y acusaremos de cobardes a la comunidad toda”, pues cobarde fue, en su fecha y en el tiempo de la verdad.  Y lo fue en todas sus manifestaciones, si hasta en las manifestaciones deportivas no existió, en la sociedad, reclamo ni acusación ante el mundial de fútbol, cuando ante el mundo no exhibieron ni un triste recordatorio, ya en el pecho o sobre el brazo, a los “muertos, asesinados en el sur austral”¡¡¡¡.
¡¡¡ Cobardes!!!.
            Existieron en nuestra sociedad los casos de sacrificado “valor”, ¡¡¡ Existieron!!! fueron casos aislados pero existieron, y en su nombre tenemos que rehabilitarnos.
            Pensemos que muchos “silenciosos”. Muchos, muchos, usufructuaron de  los errores del pasado, y que muchos de los hoy “gritantes”, disfrutaron (y fueron muchos y muchos) de los fracasos del ayer.
            Si en épocas de dictaduras, un pueblo por apego a la comodidad o mil causas de propio provecho, no sabe, ni se esfuerza en luchar por su libertad y la exigencia de sus derechos, cuando esta libertad le alcance y llegue, no pretenda venganza, ni revancha, si ésta, no fue alcanzada con su propia sangre, la sangre del pueblo alzado, no tiene derecho a invocar la sangre de los valientes. Mejor aprendamos de ellos para el hoy y para el mañana.   Opino que una comunidad que fue cobarde ante el opresor, no debe cerrar el cerebro a los llamados del alma, ni ocultarse en el rencor, y sí, hacer esfuerzos por rehabilitar a la comunidad.  Recuperemos la dignidad, la moral, el respeto al hombre y sepamos que recuperar no es curar, sino mejorarse. Manejémonos en la comunidad y aprendamos a vivir y desarrollarnos aún con nuestras mismas imperfecciones e incapacidades. ¡¡¡ El hombre es lo que vale!!!  No es el hombre para las instituciones, ni es el hombre para devorarlo ante la patria. Es el hombre el que hace para su propia perfección y mejora a las instituciones y es el hombre el que en cada época, en cada lugar y en cada acción hace la patria. Lo que sea el hombre en su momento será la patria de su tiempo, y lo que dejara hecho como ejemplo positivo o negativo al hombre que le siga…   Así yo lo sentí, cuando en pleno corazón austral “juré la bandera”.  Mi “Viva la Patria”, fue eso… un viva a nuestro esfuerzo… a la entrega de todo nuestro ser, humilde, sin mucho valor personal, pero, si, todo nuestro yo entregado a nuestro país.   Un reconocimiento a todos los que antes así lo hicieron, y los que en nuestros tiempos así lo hacían. Fue una esperanza a que así siempre sea en los tiempos.  No soy político, ni entiendo mucho a la política, nunca he estado, ni estoy en ella. Soy, sí, un sincero creyente en Dios. Quiero mejorar mi persona, pero ello me es muy difícil, y tengo sobre mí, más y peores batallas perdidas que la del Atlántico sur.

BIM 4, Río Grande. Descansando y todo listo.
             El clima de guerra que se vivía en Río Grande, era enorme.  De tal modo que se dieron órdenes         de oscurecimiento de toda la ciudad durante la noche. De manera que aparte de la vigilancia que teníamos encomendada en Bahía San Sebastián, debíamos controlar que las ordenes de oscurecimiento se cumplieran por parte de la población. Y al mismo tiempo debíamos doblar las guardias en los puntos estratégicos de la ciudad, ya fueran sedes oficiales, o la central de abastecimiento eléctrico. Al tener que hacer rotaciones extras en estas guardias, podía suceder que tuvieras de compañero a alguien, que no perteneciera a tu pelotón o tu grupo de combate. Lo cual no dejaba de ser una preocupación añadida.

            Y eso fue lo que me pasó una noche. El que fuera mi suboficial durante toda la contienda, me llamó para comunicarme quien iba a ser mi compañero en la guardia de esa noche, en las instalaciones de suministro eléctrico de Río Grande. Y aunque no me gusta reconocerlo, el corazón me dio un vuelco. Tenía que estar con la persona que nadie quería. Una buena persona, ninguno podrá negarlo, pero como soldado, que puedo decir, no transmitía confianza, ni firmeza, ni seguridad.
            En medio de la bronca que llevaba encima, me crucé con mi mejor amigo, perteneciente a  mi grupo de combate, Jorge, jefe del 2º pelotón, y solo aproveché para desahogarme con él. Escuchó, dejó que me calmara. Y puedo jurar que no era mi intención, ni se me ocurrió siguiera planteárselo. Solo le estaba contando un problema a un gran amigo. Pero él no pensó en el peligro, en tener que trasnochar, en el descanso que todos echábamos en falta. Lo que hizo me demostró que su amistad estaba por encima de la propia vida. No habían pasado ni dos horas y se acercó a mí corriendo. “ Angel, ya esta solucionado”. ¿ Qué cosa?, le pregunté. Y respondió: “ He hablado con el cabo 2º, y me he ofrecido a sustituir al que debía acompañarte estas noche”. “ No ha sido fácil, pero al final ha aceptado”.  Me quedé helado. Pero la verdad es que estar juntos nos hacía sentir invencibles.
           
             
  Y debo dar gracias a Dios, ya que la guardia no fue precisamente tranquila. Nos íbamos turnando en la ronda exterior, mientras el otro custodiaba la puerta de acceso. De pronto todo se oscureció, el primer pensamiento fue, ¡¡¡sabotaje!!!.  Estábamos separados, pero sabíamos lo que el otro haría, para eso nos habíamos preparado juntos. Cargamos nuestras armas y nos parapetamos esperando cualquier movimiento fuera de lo normal. El tiempo pasaba y nada sucedía, de manera que lentamente me incorporé y fui verificando todos los rincones hasta llegar a la puerta de acceso, donde Jorge esperaba, apoyando mi recorrido, y deseando como yo, que todo fuera una falsa alarma. 

Rio Grande, BIM 4, Angel y Jorge
           


Cuando llegamos a nuestra unidad, y si no recuerdo mal, creo que solo dijimos:    “Carajo, menos mal que estábamos juntos”.


                                    










                       24-25 Abril 1982

                                                                    ¡¡”GRITVIKEN”!!

            Las Georgias del Sur: Situadas en el mismo meridiano austral que el de nuestras posiciones en guerra,  y así las sentíamos ante la esperada batalla… ¿Que pasó?... Los barcos a solo 6 millas de Puerto Gritviken, bajando los lanchones de desembarco.- ¿Y la reacción? ¡¡ ¿Qué pasó?!!  - Convencido estaba que sería anunciada la pena máxima punible e inmediata en acción de guerra.  Al no suceder así, y ver como se trataba equivocadamente de complicar lo incomplicable, me convencí que la guerra austral había llegado a su final. Que nuestro comandante en Jefe, había ordenado y resuelto la entrega pacífica de esa posición para facilitar o posibilitar un acuerdo total sobre una posición de beligerancia involutiva, que nunca pudiera convertirse en una postura de evolución regresiva unilateral.    Llegue a convencerme y en forma total que no podía existir otra explicación a tan inexplicable cobardía inmune.  Ya que el número chico de efectivos, podía y debía haber dado un ejemplo a la humanidad de muerte sin derrota.  La patria toda dependía de ese ejemplo de dignidad…(continúa).

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