Todos creímos en un primer momento fuera un Sr. Comandante Naval, hasta creímos fuera el mismísimo Comandante Naval de la zona austral, Zaratiegui: Bajo de su coche, nos saludo personalmente uno a uno, nos pregunto lugar de procedencia, y no me pareció justo decirle, vine de España, estimé fuera a sobresalir demasiado sobre mis compañeros y conteste, de Buenos Aires, ya que a ese comando, como residente en el extranjero pertenecía. En un momento nos increpó resuelta y familiarmente: ¿Saben quien soy?, yo ni remotamente lo sabía, pero un compañero, muy resuelto, contestó: “Si, señor… usted es el Sr. Presidente”… ¡Si!.... respondió…Si señor, yo soy vuestro presidente y vuestro Comandante en Jefe. Nuestros pensamientos quedaron congelados por la sorpresa… ante nosotros estaba, no un Jefe Naval, no nuestro teniente, ni nuestro capitán, estaba nuestro comandante en Jefe, el mismo que dio la orden de encaminarnos en la senda de la muerte…. Respondimos a su fuerte mano con la fuerza de la nuestras, guiadas por nuestros juveniles corazones en dudas. Nos miró fijamente y dijo… “Mis años y mi cargo no lo permiten, pero cuanto deseo hubiera podido estar hoy en vuestro puesto”… creo que ese gesto debía de haber sido imitado por todas las altas autoridades militares, y en todos los cargos en combate de las fuerzas armadas. Si así lo fue, ayudaron en mucho, y si no lo fue, totalmente desconocían e ignoraban que significa encaminar a un conscripto por el camino de la muerte.
./ Así…. no repentinamente y no sabiendo como, pasé de un casi niño infante guerrero a la hombría responsable. Si mi comandante no puede estar en mi puesto, es que todos necesitan de mi juventud. Yo, yo soy la patria, yo soy su valor, yo soy su dignidad. Yo sé, que mi padre daría su mismísima vida por sacarme de acá y ocupar mi puesto, pero él es más viejo y yo soy joven, tengo las cualidades físicas que él no posee, aunque el tenga más preparación y experiencia que yo. Y así salí de un casi enclaustramiento o cautiverio de temor y dudas a un estado de desconexión.
En el buque Cabo san Antonio |
De repente un día, y ante nuestro asombro, nos hicieron formar y nos dirigimos a la playa. Allí, ante nuestros ojos, había varios camiones, y dentro de ellos, un sinfín de cajas de munición. Y de varios tipos y calibre, ya fueran para FAL (7,62 mm), o para morteros (80 y 120 mm). Y lo más espectacular, el Cabo San Antonio, estaba haciendo maniobras para atracar en la misma playa. Nos ordenaron dejar el armamento y que empezáramos a descargar los camiones, y trasladar todo a las bodegas del barco que llegaba. En ese momento, sí que dijimos, esto es para nosotros. Este es el momento que estábamos esperando del traslado al frente de Malvinas, dejando el frente de Río Grande a otras unidades. Fue en ese instante, cuando en medio de la playa, se nos presentó, nuestro Presidente, y Comandante en Jefe. Lo cual confirmó más nuestra teoría. Y convencidos de que nos acababa de lanzar una arenga, reanudamos con más fuerza nuestra labor….
Al cabo de unas horas, vimos como el Cabo San Antonio se alejaba, de manera que todas nuestras expectativas y ansias se desparramaron por el suelo. Pero lo que aún no sabíamos es que en unos días la guerra nos iba a alcanzar sin necesidad de movernos de nuestra posición.
Los momentos de absoluta soledad me daban mayor confianza en mí y en mi amor a mi Dios y a la vida por él otorgada. Ya no me asustaba ni temía la muerte. Si muero, me repetía, es porque he vivido. Pero mientras viva disfrutaré de ella. Así, en los momentos de compañerismo procuré que nuestro grupo fuera siempre feliz de tener vida. Y disfrutamos de lo lindo cuando podíamos. A veces lo hacíamos de pequeñas cosas. Hasta hablé por teléfono a España, con mi familia en Zaragoza a unos 14.000 Km. Vía satélite, ellos allá, pagaban la llamada revertida. Una vez, después de media hora conversando, al salir de la cabina una salva de aplausos de mis compañeros que esperaban su turno, me emocionaron a lo inmenso, pensar que ellos también querían saludar a los suyos aunque solo fueran cinco minutos.
. Existió un momento, o un tiempo, en que, internamente, y ante razonamientos solitarios. “la guerra austral me aterró”, me pareció vislumbrar una tremenda y peligrosísima falta de guía moral a escala Nación. Vi como una gesta de afirmación nacional, beligerando en acción el principio de autoridad soberana, algunos la convertían en total y fanática guerra santa, con un solo credo de guía, ¡el catolicismo! Nuestra soberanía es y será siempre, federalista, y me aterraba la reacción insular en casi total mayoría creyente, no católica, ante nuestras,- yo creo sin mala fe-, insensibles provocaciones religiosas.
Soy católico, y durante toda la contienda lleve sobre mi cuello el Santo Rosario, no como amuleto, sino como signo de mi fe. Pero jamás pensé que mi creencia, ni pretendí, dominara la acción de guerra de toda mi compañía. Colocar la acción de guerra Malvinas, bajo la protección oficial de un solo credo, nos fue fatal. El mundo no católico y nuestros ciudadanos no católicos estacionaron sus acciones en forma negativa, o dudosa ante la acción oficial, que resalto una falta de respeto hacia los que debieron ser nuestros federados ciudadanos malvinenses. Con sus costumbres, sus creencias, sin interferir lastimando su fe, con sus propios administradores y todo cuanto lleva en sí la Federación. Si , ¿Por qué hoy ocultarlo?, llegué, un día, a tener más miedo y temor a una victoria fácil, que a una sangrienta derrota. ¿Quien puede asegurar hasta donde hubiéramos llegado? En una comunidad fácilmente cambiante, sin una guía moral sana e inamovible, totalmente cobarde y callada ante el error, fanática y soberbia en lo fácil. -/- Un día el pueblo entero bendecía la gesta Malvinas y toleraba a sus conductores, a los que un día antes había repudiado. O ya en plena batalla el pueblo exigía, paz, paz, paz. ¿A quien le importaba la rendición ni la derrota, ni la actitud incontrolable de esa multitud cordera, ante esos Infantes conscriptos en plenas vanguardias y líneas de choque?-¡¡¡ No se pedía inteligencia, fuerza, sacrificio, bendición a nuestros soldados muriendo, asesinados, a todas nuestras vanguardias, y animo guerrero a nuestras retaguardias… no, no, se quería la paz!!! – En este animo derrotista, llego la batalla final y la derrota total, “la rendición”… Llego la paz y la salvación del aniquilamiento total de los “muchachos”,… ¿¿¿y que quería el pueblo??? el pueblo quería caos social, venganza interna nacional, revancha anárquica sin saber quien contra quien.
BIM 4 cambiando posiciones en el frente de Rio Grande |
Seguro que hemos escuchado hablar muchas veces sobre las operaciones secretas británicas en suelo continental, y se contará en los libros de historia, “aunque para nosotros no era historia, era una realidad”. A esas historias les damos nombres, como, Operación Mikado, y a otras que la historia todavía no ha dado a conocer, pero que algún día verán la luz, y también tendrán su nombre, por supuesto. Ahora incluso es lindo decir, que si eran operaciones de las S.A.S. o de la S.B .S., “ pero para nosotros solo eran los h….. de p…… de los ingleses, que estaban allí, enfrente nuestro”. Para nosotros no era historia, era presente y muy real.
Ante el aviso de incursiones inglesas, nos trasladamos a la Bahía de San Sebastián, donde preparamos posiciones defensivas. Enfrente nuestro, el mar, detrás a muy pocos Km., la frontera Chilena, y si a esto incluimos el aeropuerto de Río Grande…… Estábamos en medio de la nada, y sin embargo en medio de todo.
Una vez asignada la zona a defender por parte de nuestro grupo, era el momento de asentar nuestras posiciones y nuestros pozos de zorro. Nuestra casa durante mucho tiempo. Y no fue fácil, ya que en algunos de ellos el suelo sudaba, y mucho, de manera que se inundaban con facilidad. Pensabas haber terminado y vuelta a empezar. Pero eso iba a ser lo de menos.
Por la noche las vigilias eran constantes, solo se podía descansar y no mucho durante el día. Las noches eran de alerta continua, cualquier ruido era sospechoso. Sabíamos que venían, habían sido detectados, la alerta era máxima. Yo mismo estuve a punto de volarles la cabeza a alguna patrulla. Y puedo jurar que no fui el único.
Momentos de descanso, momentos de convivencia. BIM 4. Rio Grande. |
Éramos la primera línea de defensa. Encima nuestro, en lo alto de la colina, se encontraba el puesto de observación, y detrás de la colina, estaban situadas las unidades de morteros. La noche que nuestro grupo fue destinado a custodiar el puesto de observación, sí puedo decir, que el miedo, casi se apoderó de mí. Pude sobreponerme, pero no fue una noche de las fáciles. Era noche cerrada, no se veía a dos palmos de la cara. Hacía mucho frío, pero no había viento (algo raro). Durante unos minutos pensé estar solo en el mundo.... Ellos tenían gafas de visión nocturna, yo no.... Era una presa fácil.... Y me dije: "Si he de morir, espero no ser el primero y tener la opción de llevarme alguno por delante". En medio de esa tensión busqué al compañero que tenía a mi izquierda, que digo compañero, mi amigo. Siempre que le necesité, ahí estaba. Espero haberle servido de apoyo, como él me sirvió a mí. O no Jorge. Solo me dijo una cosa: “ Acá estoy, y tranquilo, yo estoy igual que vos”. Solo con esas palabras, consiguió que todos mis miedos se perdieran en la noche.
Así llegamos a las elecciones democráticas y modernas, e hicimos un espectáculo que más parecía la lucha por ofrecimientos de “paredones a cual más sangriento”, que el ofrecimiento estable de una moderna y progresiva comunidad moderna. “ Hoy, en el nombre de nuestros muertos, los caídos, asesinados, torturados y mutilados en nuestros enfrentamientos sociales internos, en nombre de nuestros muertos, los caídos en combate, los asesinados, torturados y mutilados salvajemente, por las fuerzas extranjeras, debemos, ¡Si!, debemos rehabilitarnos, darnos cuenta de como somos; convivir con nuestras formas actuales del Ser Nacional y luchar y luchar, donde quiera que estemos, y en el lugar o posición que nos hallemos, en dar ejemplos de dignidad, valor, progreso, respeto al hombre. La verdad y la razón no están en la fuerza de los gritos¡¡¡. Las más puras verdades del hombre, las más puras virtudes, se hallan en la soledad de su alma. Actuemos escuchando sus dictados, aunque sea pongamos acción en intentarlo.
Yo, en mi pozo austral, en un papelito así no más, escrito también así no más, y que leía muchas veces hasta fortalecer mi conciencia… me decía: MUERTO SERE, PERO NO VENCIDO. HALLAREIS MI CUERPO DESTROZADO, ACRIBILLADO Y DIVIDIDO. DESTROZARLO SI OS ES GRATO. FRACCIONARLO EN MIL PEDAZOS, CREO EN MI DIOS: NO PODREIS DOBLEGAR MI ESPIRITU INMORTAL, ESE JAMAS PUDISTEIS. NI PODEIS. NI LOGRAREIS VENCERLO……. (continúa)
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