Según nos dice el diccionario de la lengua, ENFRENTAR, significa “hacer frente al enemigo. Hacer cara a un peligro. Y CONFRONTAR, significa, carear una persona con otra, o cotejar una cosa con otra.
Por lo que se puede decir que el enfrentamiento es el fracaso del dialogo. Y tanto si salimos victoriosos o no del enfrentamiento, lo que siempre hay, es dolor y sufrimiento. Ya sea el nuestro o el de los demás. Pero si hay algo que debe darnos verdadera repugnancia, es ver como alguien utiliza a las personas, alentándolas para que se enfrenten entre sí, en lugar de buscar el dialogo, para de esa manera poder mantener su estado de poder sobre ellas.
Ya sé que no es algo nuevo. Que los estados utilizan esa táctica con estados más débiles, cuando ven en peligro su soberanía. ¿Pero de verdad somos incapaces de aprender de nuestros errores? ¿De verdad no nos damos cuenta cuando somos manipulados? ¿O no nos queremos dar cuenta por motivos particulares?¿ Hay alguien interesado en que en todos los sectores, estemos en un continuo enfrentamiento? ¿Nadie es capaz de apostar por un dialogo constructivo? El hombre es una continua lucha entre el bien y el mal. Y si hay que luchar que sea porque el bien triunfe. Que no siempre lo conseguiremos, pero si no lo intentamos será el mal quien venza siempre.
Un estado democrático, es un estado de confrontación, pero nunca de enfrentamiento. Cuando un estado democrático favorece el enfrentamiento para conseguir objetivos particulares, en lugar de favorecer el que se confronten ideas y soluciones, solo consigue una cosa en la sociedad, ¡Crispación! Y una sociedad crispada, deja de usar la razón. Es más, una vez que se ha producido el enfrentamiento, entonces ese estado que lo ha propiciado, saldrá al frente poniendo paz y dando soluciones, como si fuera un estado salvador. Cuando en realidad todo lo anterior se podría haber evitado.
No sé, tengo la sensación que cada uno de nosotros podemos poner nombre a esos políticos que sobreviven gracias al enfrentamiento de los distintos sectores de la sociedad. Al ¡Acá estoy yo para guiaros! ¿No los puedo dejar solos! ¿Debo perpetuarme como sea! Pero hay un problema, y es que para que esto funcione, necesita rodearse de …..” llamémosles sicarios”…… para acallar a los disidentes que no piensan como él, o….. como ella.
Y se olvidan, o mejor dicho prefieren olvidar, que no está hecho el hombre para servir a las leyes, sino las leyes para servir a los hombres.
Nuestro voto es nuestra libertad. Nuestro voto no debemos sentirlo como una obligación, sino como un derecho. Y recordando que cuando votamos no lo hacemos por nuestro futuro, sino por el de nuestros hijos, que son los que heredarán nuestros actos de hoy.
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