martes, 29 de junio de 2010

¡Que gran ejemplo!

En la historia de la humanidad, siempre han existido personas, por lo tanto con sus defectos,, pero que han dado al mundo ejemplos de dignidad, de progreso y de respeto. Capaces con sus actos, de hacer ver a su pueblo, que si hay un momento para luchar, tambien hay un momento para comenzar a vivir en paz y en progreso. Pasando si es necesario por encima de ideologias y apologias revanchistas.
De lo que a continuación voy a relatar no haré ningún comentario. Que cada uno saque sus propias conclusiones. Y esto no es un cuento, es…. pura historia.

Durante la Guerra Civil en los Estados Unidos, entre 1861 y 1865, Abraham Lincoln fue protagonista de un suceso por el que se pasa de lado en los libros de historia, pero de un calado moral y político, extraordinario.
Cuando la capital sudista fue tomada por las tropas federales, Lincoln decidió visitarla a pesar de la oposición frontal de sus colaboradores. Los problemas de seguridad eran evidentes y los asesores no encontraban razones que merecieran el riesgo.
Tras un ajetreado viaje, Lincoln entró en Richmond protegido por una guardia personal de fusileros navales. La capital presentaba un estado desolador y los ánimos de los militares que le acompañaban mostraban a todas luces que no estaban de acuerdo con el viaje. Ya que si bien las tropas sudistas habían abandonado la ciudad, todavía quedaba algún foco de resistencia.
La verdad es que el viaje fue un éxito, y hasta puede decirse que existió cierto baño de multitudes cuando algunos negros lo reconocieron y lo recibieron con aclamaciones y gritos de júbilo. Pero no es esa la parte de la historia que me interesa en este momento.
Cuando Lincoln iba a emprender el viaje de vuelta, una banda de música del Ejercito Federal subió a bordo del River Queen e interpreto varias piezas en honor al líder unionista. Entre los acompañantes de Lincoln se encontraba un joven noble francés que quedo encantado al escuchar “La Marseillaise”. La tensión del día parecía desvanecerse, a fin de cuentas no había salido tan mal como algunos habían pronosticado. Entonces Lincoln miro al joven francés y le pregunto si alguna vez había oído “Dixie”, la canción preferida de los rebeldes. Sin apenas inmutarse el presidente afirmo que “ la canción era ahora patrimonio de la Unión y los rebeldes debían saber que eran libres de poder volverla a escuchar otra vez”. Dicho esto Lincoln pidió a la banda que interpretase “ I Wish I Was in Dixie`s Land”.
La música representaba a los enemigos contra los que todavía luchaban encarnizadamente en una guerra cruel. Algunos pensaron que se trataba de una locura sin sentido. Pero unos días después, tras la firma de la ansiada paz, cuando las multitudes se echaron a la calle y se dirigieron a la casa Blanca y se encontraron con Lincoln, el presidente volvió a pedir que se interpretase Dixie al igual que habia hecho en Richmond.
Tras unos primero momentos de desconcierto, la multitud entendió el mensaje: a partir de ese momento la nación volvía a estar unida y, por tanto, aquel himno era también el suyo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario