¡AVE CAESAR! ¡MORITURI TE SALUTANT!
Con esta frase comenzaban sus combates, los esclavos y condenados romanos e incluso hombres libres, que se destinaban a luchar en la arena del circo, para deleite y gozo del pueblo romano. Cualquiera podía ser gladiador. Incluso los emperadores Calígula y Cómodo lo fueron. Los gladiadores luchaban no por el pueblo romano, sino para conseguir Gloria, Fama, Dinero, y muchos de ellos para conseguir la libertad que les otorgaba el convertirse en héroes del pueblo romano. Y sobre todo luchaban por salvar su vida. Y de tal manera, que se entrenaban para tal fin. Existían escuelas de gladiadores (Ludi Gladiatore), incluso algunas de mucho prestigio como la escuelas de gladiadores de Capua y de Pompeya. En estas escuelas recibían una disciplina férrea, que preparaban su cuerpo y su mente, para el combate cuerpo a cuerpo. Por cierto solo como curiosidad diremos que el nombre de Gladiador, proviene de la palabra Gladius, que era una espada corta de origen español, especialmente diseñada para el combate cuerpo a cuerpo. A cada uno se le destinaba un tipo de arma, y según el arma asignada, de cuyo manejo se convertían en verdaderos maestros, dependían sus posibilidades de victoria. Eran hombres rudos, hombres duros, y aunque no todos, normalmente guerreros. Hombres dispuestos a matar, pero también a morir. Antes de cada combate los gladiadores celebraban un banquete de hermandad. Lo que para algunos era la última cena. Eran hombres con honor, en esa época un honor guerrero, aceptando incluso su propia muerte cuando perdían el combate. Un honor que no es solo, no entendible en nuestra sociedad actual, sin no, no aceptado. Pero ¿es el honor algo negativo?
Hay una historia que cuenta Arturo Pérez Reverte, escritor español, que define a las mil maravillas la evolución del sentimiento honor en la sociedad actual.
Cuenta que una vez hace unos cuantos años, iba manejando su auto por una ruta, cuando al realizar un adelantamiento, se dio cuenta que se acercaba a una señal de prohibido adelantar, de manera que piso el acelerador más a fondo para no pisar la línea continua de la ruta. De repente unos metros más adelante un policía le daba el alto. Y después de pedirle la documentación, le informa que le tenía que multar por haber pisado la línea continua con el coche. Ante esto solo se le ocurrió decir al policía: “Si usted es capaz de –jurarme por su honor- que desde esta distancia ha sido capaz de ver que pisaba la línea continua con el coche, le pagaré la multa encantado”. El policía se le quedó mirando, y después de pensarlo un rato, guardó su libreta y le dijo que continuara con su marcha. Y acto seguido continua explicando “si hoy en día se me ocurre decirle lo mismo a un policía, y nombrarle su honor, primero se me muere de la risa y después me da dos cachetadas por pelotudo, y por supuesto me llevo la multa a casa”.
A esto yo solo puedo añadir, ¿es el honor algo negativo, o como ya no lo tenemos, lo enmascaramos como algo del pasado?
Hoy en dia tenemos nuestros propios gladiadores, aunque ya no luchan por su vida en la arena (menos mal). Hoy en día compiten por conseguir solo fama y dinero, en un campo de pasto recién cortado y bien cuidado. Y si pierden, no lo pagan con su vida (menos mal), bueno no lo pagan con nada, solo son “cosas del fútbol”. Unas veces se gana y otras se pierde. Amasan grandes fortunas, pero ¿piensan alguna vez en los demás? ¿Son capaces de ocuparse y crear riqueza en esas provincias de su propio país tan necesitadas? ¿Son capaces de crear empresas, que les haga ganar dinero, pero al mismo tiempo creen empleo? ¿O solo se dedican a ganar con el fútbol y cuanto mas mejor? ¿Estos son los hombres de honor de nuestros tiempos?
Solo recordaré un hecho histórico: Año 1982, Mundial de España, nuestros hombres derramando su sangre en las estepas heladas del Sur Argentino, y nuestros “gladiadores” ni siquiera fueron capaces de ponerse una cinta en el brazo, como recordatorio de esos héroes. “COBARDES”. ¿Y nosotros?, tampoco fuimos capaces de echárselo en cara. Hagamos lo posible por recuperar el honor perdido. Celebremos con alegría la consecución de la copa del mundo.
¡PERO POR FAVOR, ELIJAMOS MEJOR A NUESTROS GLADIADORES!
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